martes, 9 de enero de 2007

Mi habitacion, mi tesoro...

Algo importante es considerar no tener nunca una habitación de tamaño similar al salón del hogar. Esto causa confusión entre el resto de compañeros confundiendo la habitación propia con un centro de reunión en el que realizar las mismas actividades que en el salón común con la diferencia de que la limpieza correrá por cuenta del dueño de la misma. ¿ es eso lo que queremos? me temo que no.

En ese caso deberemos asegurarnos de nuestro pequeño santuario personal mantenga cierto aura de misterio y prohibición para el resto de compañeros. Podemos optar por actos disimulados como puede ser dejar ropa sobre cualquier elemento susceptible de ser usado como asiento o lugar de reposo. Si no conseguimos reprimir que se acomoden al menos logramos un aceptable planchado de nuestras pertenencias que siempre puede venir bien.

Puede que el elemento invasor se atreva a tocar e incluso apartar nuestras prendas. Ante eso tenemos varias soluciones como por ejemplo disponer aun mas prendas estrategicamente, colocar objetos punzantes y cortantes entre los pliegues de las ropas ( método algo contundente y con previsibles efectos secundarios en nuestra contra), ...

Otra vía de actuación es el tema olfativo, tanto propio como ajeno. Si el elemento invasor es fumador nuestro desagrado ante tal aroma sera nuestro caballo ganador, incluso la situacion inversa tambien puede sernos util al rehuir el no fumador los ambientes no adecuados para el. Ahora bien, si el invasor no tiene tendencias nicotínicas y nosotros tampoco o si nosotros las tenemos al mismo tiempo que el aun nos quedan otras formas. El olor propio es una arma empleada incluso por la sabia madre naturaleza. Los elementos invasores suelen ser mas sensibles que uno mismo al aroma propio, por ello y desde el momento que se tome esta medida jamas volverá a ser abierta la ventana de la habitación, pues desperdiciaremos las partículas olorosas que tanto esfuerzo nos cuesta crear. Podemos potenciar este efecto manteniendo en nuestra habitación un receptáculo en el que depositaremos nuestras prendas susceptibles de ser lavadas. Algo muy importante y que debemos vigilar es el buen estado de la salud propia al experimentar con estas técnicas olfativas, recomendando su uso solo para profesionales de la convivencia hogareña.

Podemos emplear a nuestro favor las fobias y miedos de los elementos invasores. Pueden ser elementos cotidianos que causen incomodidad en el visitante, tales como armas de fuego, pornografia infantil o restos humanos. Pero pensando en elementos mas faciles de acceder podemos valorar algun otro, como por ejemplo mascotas sueltas, restos de comida, musica folklorica de europa del este o evidencias de un AA. Antes de intentar emplear estas fobias contra el elemento invasor deberemos asegurarnos de su eficacia pues en vez de causar su espanto puede tener efecto de reclamo, asi pues concluimos que la mente del invasor es compleja.

Esperamos que estos consejos te ayuden a ti, que aun estas a tiempo de conseguirlo, a mantener tu habituacion como el santuario privado que siempre debio ser.

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